del 18 de octubre al 20 de diciembre de 2018
Horario:
Lunes a viernes, 11 a 14 h. y 17 a 20 h.
Sábados: 11 a 14 h.
Silvia Cosío (Celis, 1976) vuelve a Sevilla a presentar su última obra, concebida a partir del relato de Gustave Flaubert La leyenda de San Julián el Hospitalario. La destreza narrativa de la artista se suma al magisterio del clásico francés, dando lugar a la expresión plástica de todos los temas que palpitan en el cuento: las pulsiones incontroladas, la predestinación, la imposibilidad de escapar al destino (la puesta en cuestión, por tanto, de la libertad), la culpa, el amor filial y, como colofón, el consuelo de la redención. Todos estos asuntos están en los lienzos de Cosío: en la materia pictórica(que en algunas obras se desborda en los límites de la tela), en la elección de los colores, en la osadía a la hora de componer, de escoger motivos y protagonistas, de relacionar figuras, planos y elementos propios del bodegón más tradicional (como ejemplo, la manzana en la obra Alquimia contra el deseo).
Silvia Cosío demuestra una visión absolutamente moderna de la tradición. Su pintura se suma al caudal de la historia del arte de la manera natural en que lo hacen los que han visto y leído. En sus cuadros afloran referencias iconográficas que van desde las miniaturas medievales, los maestros renacentistas (Durero y su grabado de San Eustaquio, Pisanello y su obra del mismo tema, Paolo Uccello y su Cacería en el bosque) y los barrocos (Brueghel y Rubens con su versión del San Huberto y el ciervo crucífero), hasta cineastas como Michael Cimino (El Cazador) o Jim Jarmusch (Sólo los amantes sobreviven).
Se muestran pues, en la exposición San Julián, una serie de 16 lienzos que recorren la vida del santo como excusa para hablar de la sangre, la caza, el deseo, el destino o el crimen en clave de profecía. Acompañándoles, no podían faltar, los retratos de los maestros: Flaubert en dos versiones cuasi fluorescentes y Bataille, como un invitado ad hoc más a la reunión.
El recorrido de la exposición termina con Julián el Hospitalario, aquel que, después del crimen, se embosca buscando consuelo a su dolor y pena para su arrepentimiento. Eremita junto a un río, ayuda con su barca a cruzar el enorme caudal a los viajeros que allí acuden. El día que aparece un leproso lo atenderá como si sano estuviera, montándolo en la barca con la misma piedad con la que la artista nos traslada a lugares menos inhóspitos y ruidosos que la vida cotidiana, en donde encontrar, como San Julián, la redención posible del arte.